Las islas de calor se acentúan en algunas ciudades debido a los materiales de construcción y la falta de vegetación.
Desde hace más de doscientos años, se tiene conocimiento de un fenómeno propio de las ciudades: las islas de calor.
“Este fenómeno se refiere a la presencia de aire más caliente en ciertas zonas de ciudad, a diferencia del que se encuentra en las zonas rurales que lo rodean”, explica la doctora Elda Luyando, investigadora del grupo de Cambio Climático y Radiación Solar del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM.
La diferencia entre temperaturas tiene múltiples razones, algunas de ellas están relacionadas a que las ciudades están densamente construidas, el suelo de concreto, pocas áreas verdes y pocos cuerpos de agua, lo que favorece que la radiación solar se disperse más lentamente.
También los materiales que se usan en las construcciones urbanas, son generalmente oscuros, lo que les permite absorber más energía, la cual van dispersando poco a poco en forma de calor. Este fenómeno, puede llegar a tardar varias horas, lo que mantiene el aire caliente en las ciudades.
“Sin embargo, las islas de calor no se presentan todo el día, ni durante todo el año. Hay condiciones meteorológicas que permiten su aparición como el cielo despejado, el viento en calma o muy suave y cuando la radiación solar mantiene caliente el aire de la ciudad”, aclara la especialista.
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¿En todas las ciudades?
Aunque este fenómeno se ha documentado y estudiado en varias ciudades del mundo, existen variables que hacen diferentes las islas de calor de una ciudad a otra y de un país a otro.
“Tiene que ver con la localización geográfica, si es una zona alta o baja, si hay montañas alrededor, el tipo de clima que le corresponde, la forma en que ha crecido la ciudad históricamente e incluso, la economía del país”, comenta la investigadora.
La diferencia en la planeación entre ciudades desarrolladas y en vías de desarrollo, también dificulta la posibilidad de combatir este fenómeno.
Mientras algunas pueden recurrir a plantar áreas verdes e incluso reactivar corrientes de agua, en otras zonas la economía y la mala planeación en el crecimiento de la ciudad, complica la ejecución de estas acciones.
“En la Ciudad de México, a las 6 de la mañana de algunos días de marzo, hemos encontrado diferencias de 100C entre el centro de la ciudad y la zona rural. Hay que aclarar que no es en toda la ciudad, sino en zonas puntuales, “islas” como el centro histórico, donde todo está densamente construido y hay muy poca vegetación” explica la doctora Luyando
Parte de las acciones que se pueden emprender, además de las ya mencionadas, implica la preservación de cuerpos de agua existentes y el pintar de colores claros los hogares a fin de reflejar la energía solar.
Consecuencia de las acciones humanas
Aunque este fenómeno puede generar estrés e incomodidad en la población por la sensación de calor y un mayor uso en la energía eléctrica en aparatos como aire acondicionado durante las épocas más calurosas, la doctora Luyando señala que las islas de calor también puede generar un ahorro de energía eléctrica durante las épocas frías.
“Es importante, señalar que este fenómeno es un producto de la forma en que han crecido las ciudades y no algo propio de las cuestiones meteorológicas”, concluye.
Además de las islas de calor, existe el fenómeno Oasis. Éste se presenta en ciudades que han crecido en el desierto como Phoenix, en Arizona. El fenómeno Oasis, se presenta en las ciudades que fueron planeadas con áreas verdes y fuentes de humedad, que provocan “islas de frescor” con respecto al clima cálido presentes en las zonas que la rodean.
Fuente: ciencia.unam.mx